En internet hay de todo pero en videollamadas pasion hay tetonas. ¡Como suena! y como ella, una divorciada caliente que solo quería jugar un rato por la webcam. Como si de una webcamer jovencita se tratara, ella no profesional y amateur, con muchas cosas que aprender. ¡Y sí!, me mostró todo su esplendor. Menudas tetazas que pude ver por Skype porno mientras chateábamos, mejor que en los sitios que visito como Futurcams, Amateurtv, Placercams o Sexole. Y digo mejor porque esta mujer estaba únicamente para mí y era verdad. No tenía que pagar ni un euro para estar con ella.
Porque sus tetas eran para pajearse viéndolas, observándolas. Y también a ella le encantaba que la mirase, porque se empezó a tocar el coño. Y los dos, mientras nos veíamos, nos masturbábamos. Sexo en directo online. Toda una pasion videollamadas entre una cuarentona o cincuentona (no lo sé bien), y yo, mucho más joven que ella, me dobla la edad. Pero le gustó mi fuerza, virilidad y corrida que le mostré por la cam. Lo cietro es que estas maduras tetonas, me vuelven loco ¿Y a quién no?
Algo más que videollamadas pasion en el bosque
Una vez que nos quedamos a gusto tras la pantalla, hablamos un rato por teléfono amateur, como si se tratara de una linea erotica casadas o divorciadas. De esas que te ponen cachondo solo con oír sus voces. Y ella me dijo que desde un tiempo, le calienta hablar con tíos a los que no conoce. Que también tenía una cuenta en tiktok maduras españolas y onlyfans, y por ahí se exhibía para los pajilleros de turno ¡O sea para mí!
Además me contó otras cosas íntimas y al final, tanto hablamos, que quedamos para que me hiciera una buena paja, en el bosque, entre arbustos. Uf, es de lo mejor que he hecho. Ella es gordita, blanquita, no muy alta, tetas XXL, caídas y un ¡MORBO! que es irresistible. Quedamos entre arbustos y matorrales, solos sin nadie, una especie de dogging con española para un petting sin penetración. Total que fue lo más.
Y lo cierto es que así fue. Ella se abrió la blusa o camisa, porque ya ni recuerdo, y esos melones inyectaron un reflujo de vitaminas a mi olvidada polla. Sí, todo un torrente energético de ginseng para mi capullo. Ella lo cogió y lo pajeó, y hasta lo besó. Lo esprimió cuanto pudo, yo miraba su cara de guarra. A la cual no conocía, y poco me importaba, que estuviera casada o divorciada. Yo solo querría enguarrarla de lefa por todas partes. Y así fue. Tanto fue que me dijo, ¿vamos a mi casa? Y en su casa, acabé la faena.